La tensión en las rutas marítimas del Caribe ha alcanzado un nuevo máximo tras las recientes operaciones de fuerzas estadounidenses contra el transporte de crudo venezolano. En respuesta a lo que Caracas califica como una "escalada de piratería", el Ejecutivo de Nicolás Maduro ha decidido estrechar sus vínculos logísticos y diplomáticos con China y Rusia, sus principales socios en el tablero energético global.

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La disputa se centra en la persecución de los denominados "buques fantasma", embarcaciones utilizadas para eludir las sanciones financieras impuestas por Washington. Hasta el momento, se ha reportado la interceptación de dos tanqueros y la persecución de un tercero, acciones que Estados Unidos justifica como medidas contra el comercio ilícito, pero que para Venezuela representan un bloqueo directo al suministro de energía internacional.

El rol de China es determinante en esta ecuación de supervivencia económica. Actualmente, de los 1,2 millones de barriles diarios que produce la estatal PDVSA, aproximadamente 700.000 barriles tienen como destino el gigante asiático. Ante el incremento de la vigilancia naval, Pekín ha denunciado la vulneración del derecho internacional por parte de EE. UU., defendiendo la soberanía comercial de Venezuela.

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Por su parte, el respaldo del Kremlin se formalizó mediante un diálogo entre el canciller venezolano, Yván Gil, y su par ruso, Serguéi Lavrov. Moscú ha ofrecido cooperación técnica para enfrentar el asedio logístico y apoyo político en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. A esta red de contención se suma Irán, país con vasta experiencia en la navegación bajo regímenes de sanciones, que ha puesto a disposición su capacidad operativa para resguardar las exportaciones venezolanas.

¿Podría este conflicto derivar en un desabastecimiento energético regional? Maduro ya ha alertado a los mandatarios de América Latina sobre las consecuencias de las confiscaciones de crudo, que no solo afectan la caja fiscal de Caracas, sino que desestabilizan el mercado de fletes y la seguridad en las rutas comerciales del Atlántico y el Caribe. Como medida inmediata, el Gobierno venezolano ha dispuesto escoltas militares para acompañar la salida de los buques desde sus terminales portuarias.

La consolidación de este bloque de apoyo internacional sugiere que, pese a las presiones externas, la estructura de exportación venezolana buscará nuevas vías de resiliencia, transformando el Caribe en un escenario de disputa geopolítica.

Redación por dataPORTUARIA