Argentina se enfrenta a la oportunidad histórica de convertirse en un referente global en el mercado de la alfalfa. Con suelos fértiles y un alto conocimiento agronómico, el país busca superar su principal limitación: la falta de procesamiento industrial. Actualmente, el sector opera bajo una fuerte volatilidad; mientras el mercado interno paga cerca de U$S 65 por tonelada, el precio de exportación asciende a U$S 170, una brecha que solo puede acortarse con estándares de calidad internacionales.

El Clúster de Alfalfa de Córdoba ha identificado que el mayor cuello de botella es la gestión de la humedad. Se estima que el país pierde entre uno y dos cortes anuales por lluvias en momentos críticos, lo que representa tirar a la basura el 40% de la producción. Para revertir esto, se proyecta que el 2026 sea el año de la transformación industrial con la puesta en marcha de tres plantas con tecnologías de secado por aire forzado y recompactado ubicadas en puntos estratégicos de la provincia.

Planta industrial de deshidratación y empacado de alfalfa. 

En Carrilobo, se está implementando un modelo de secado inédito en el país importado tras misiones técnicas a España, mientras que en Jesús María el proyecto utilizará tecnología de inyección de aire forzado de origen canadiense para estabilizar el heno. Por su parte, la planta de San Francisco se enfocará en un desarrollo nacional de recompactado de fardos junto a la red ferroviaria, una herramienta clave para reducir el costo del flete, que hoy representa el 60% del valor exportado.

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Esta profesionalización de la cadena no solo beneficia al productor primario, sino que actúa como un multiplicador para la ganadería bovina y lechera, al garantizar alimentos conservados homogéneos y con análisis nutricionales precisos. Además, la alfalfa se posiciona como una herramienta de sustentabilidad agrícola, mejorando la estructura del suelo y permitiendo rotaciones más saludables con cultivos como la soja y el maíz, reduciendo la dependencia de fitosanitarios.

El objetivo final de esta red distribuida es garantizar que la alfalfa tenga una humedad inferior al 14%, condición indispensable para el transporte en contenedores hacia mercados exigentes como Medio Oriente. Con la consolidación de esta infraestructura, el sector dejará de ser un negocio volátil para transformarse en una industria previsible y competitiva, capaz de procesar grandes volúmenes con calidad de exportación.

Redacción por dataPORTUARIA