El Puerto de Bahía Blanca se consolida como el complejo multipropósito más relevante del sur argentino. Con un canal de navegación de 45 pies (14 metros) y 2.000 hectáreas de reserva, el recinto enfrenta hoy el desafío de pasar de ser un puerto de "completamiento" de carga a un centro logístico integral.

Motor del crecimiento versus techo logístico

El sector energético es, actualmente, el principal vector de expansión. Bahía Blanca funciona como el nodo natural para la producción de la cuenca neuquina. Juan Francisco Linares, gerente de la entidad portuaria, proyecta un crecimiento exponencial: de 15 millones de toneladas de crudo en 2025 se pasará a 19 o 20 millones en 2026. Además, se esperan confirmaciones para una planta de fertilizantes de 2 millones de toneladas y proyectos de separación de gases asociados al petróleo liviano.

En contraposición al motor de desarrollo de la terminal, se encuentra la limitante actual del crecimiento en la actividad portuaria: el ferrocarril. A pesar de que el 33% de la carga de granos llega por tren —un porcentaje altísimo para los estándares nacionales—, Linares advierte que el sistema está al tope de su capacidad y que "Argentina carece de una política ferroviaria de largo plazo que permita a los concesionarios invertir en infraestructura. Hoy, para crecer con el grano o los contenedores, necesitamos aumentar nuestro hinterland con una mejor logística terrestre".

La materia pendiente: los contenedores

Aunque el puerto moviliza entre 60.000 y 80.000 contenedores anuales (principalmente del polo petroquímico), el puerto aspira a más. Según Linares, el objetivo es captar la producción de las economías regionales (miel, carne, grano orgánico) que hoy carecen de logística competitiva. “Me gustaría ver a Bahía Blanca posicionado en contenedores. Con una buena conectividad ferroviaria, seríamos una alternativa real al Río de la Plata, permitiendo la entrada de buques con 14 metros de calado que hoy no pueden operar allí”, explicó.

Redacción por dataPORTUARIA