La IATA ha documentado una problemática creciente: las entregas pendientes de aeronaves ascienden a 5.300 unidades, mientras que la cartera de pedidos globales supera las 17.000, reflejando un desequilibrio estructural entre la oferta y la demanda de equipos. Esta situación se agrava al considerar que más de 5.000 aviones se encuentran inmovilizados, a pesar de la imperiosa necesidad de expandir la capacidad de transporte.

Las causas de esta inmovilización incluyen demoras en la provisión de motores, obstáculos regulatorios y la ausencia de componentes críticos, factores que colectivamente merman la disponibilidad operativa de la flota global en un momento de expansión del comercio internacional y creciente demanda de eficiencia logística.
El segmento de la carga aérea se perfila como uno de los más afectados por esta coyuntura. La flota carguera exhibe una antigüedad promedio de 19,6 años. Los retrasos en la producción de aeronaves de fuselaje ancho y la disminución en las conversiones de aviones de pasajeros a cargueros contribuyen a una reducción tangible de la capacidad disponible. Esta dinámica dificulta la planificación de las cadenas de abastecimiento y ejerce presión sobre sectores industriales que dependen de la celeridad del transporte aéreo.
La confiabilidad operativa del transporte aéreo también ha experimentado un deterioro. La prolongación de los tiempos de inactividad, atribuible a la carencia de repuestos, demoras en las inspecciones técnicas y la escasez de personal cualificado, ocasiona interrupciones en rutas estratégicas. Esta realidad obliga a industrias como la farmacéutica, electrónica y automotriz a reevaluar y reorganizar sus estrategias de cadena de suministro.

La IATA estima que estos cuellos de botella generarán un impacto económico superior a los USD 11.000 millones para el año 2025. La carga financiera recae principalmente en el aumento del consumo de combustible, costos adicionales de mantenimiento, alquiler de motores y almacenamiento de repuestos. Estos gastos son exacerbados por la operación de flotas más antiguas. En el ámbito del transporte aéreo de cargas, esta combinación resulta en tarifas más elevadas, menor predictibilidad y una presión directa sobre la estabilidad de las cadenas de abastecimiento internacionales. Adicionalmente, la situación compromete las metas de sostenibilidad del sector.
El aplazamiento en la incorporación de nuevas aeronaves más eficientes ralentiza el avance en la mejora de la eficiencia energética. Mientras históricamente se observaba una progresión cercana al 2% anual, la tasa actual apenas alcanza el 0,3%. Esta circunstancia impone la operación con aviones menos eficientes, lo que incrementa el consumo de combustible.
Redacción por dataPORTUARIA