Frente al desafío global que representa la degradación de la fertilidad edáfica, un equipo interdisciplinario integrado por especialistas del INTA San Juan y el Conicet ha logrado un avance significativo para la agricultura regional: el desarrollo de un biofertilizante pelletizado elaborado a partir de compost.
Este desarrollo busca dar respuesta a una problemática estructural de los sistemas productivos: la pérdida progresiva de materia orgánica y la dependencia de insumos de síntesis química. El producto, validado técnicamente en cultivos de tomate, vid, forrajes y hortalizas, combina nutrientes esenciales con microorganismos benéficos, actuando como un regenerador de la estructura del suelo.
La característica distintiva de este bioinsumo radica en su presentación física. A diferencia del compost tradicional o el estiércol crudo, cuya manipulación suele ser costosa y compleja, el formato de pellet introduce una solución logística clave.
Según explicó Emanuel Ontivero, biólogo de ambas instituciones, esta presentación "revoluciona el manejo" al permitir una distribución homogénea en el lote. La compactación del material no solo optimiza el transporte y almacenamiento, sino que facilita su incorporación mediante maquinaria agrícola estándar, una ventaja competitiva determinante para su adopción por parte de pequeños y medianos productores.
El proyecto trasciende la dimensión puramente agronómica para insertarse en un modelo de economía circular. La materia prima utilizada proviene de residuos agroindustriales procesados en el Parque de Tecnología Ambiental de San Juan. De esta manera, se transforma un pasivo ambiental en un activo estratégico para la producción.
Carlos Núñez, economista vinculado al proyecto, destacó que el objetivo es sustituir importaciones de fertilizantes químicos y evitar el uso de enmiendas orgánicas sin tratar, generando empleo local y reduciendo costos operativos.
El potencial de escalabilidad es promisorio. Estimaciones del INTA calculan que, solo en la región de Cuyo, existe un mercado inicial de 345.000 hectáreas aptas para la adopción inmediata de esta tecnología.
Actualmente, el equipo de investigación avanza en el diseño de una planta industrial de mayor envergadura. El objetivo a mediano plazo es abastecer la demanda local y proyectar al Biopellet hacia mercados regionales e internacionales, consolidando el rol de la ciencia argentina aplicada a la sostenibilidad agrícola.
Redacción por dataPORTUARIA