La protección del cultivo de girasol frente al impacto de diversas especies de aves, históricamente, ha representado un desafío significativo para los productores agrícolas. En respuesta a esta problemática persistente, el INTA Reconquista ha formulado una estrategia integral que prioriza la gestión proactiva desde las fases iniciales del ciclo productivo.

Los estudios y la experiencia acumulada por el INTA en la región indican que la incidencia de daños por aves exhibe una variabilidad considerable, no solo entre diferentes campañas agrícolas, sino también dentro de un mismo lote o entre áreas geográficamente próximas. Esta irregularidad subraya la importancia de implementar medidas preventivas y de manejo anticipado para salvaguardar la viabilidad del manejo del girasol.
Gonzalo Scarpin, especialista del INTA Reconquista, enfatiza la relevancia de integrar las decisiones de manejo desde el comienzo de la campaña. “Las decisiones deben integrarse desde el inicio de la campaña, porque la presión de aves condiciona todo el manejo posterior”, afirmó Scarpin.
La estrategia se articula en torno a dos fases críticas. Inicialmente, durante la planificación, se recomienda la selección de híbridos adecuados y el ajuste de la densidad de siembra para fomentar la formación de capítulos más compactos, especialmente en zonas con alta presión de aves.

Esta técnica emerge como un recurso decisivo para minimizar la exposición del cultivo a la depredación. “Cuando los daños comienzan, el tiempo pasa a ser el factor central. Cada día extra en el lote es una oportunidad para que las aves aumenten el impacto. Ganar tiempo es fundamental”, destacó Scarpin.
La implementación del secado anticipado puede adelantar la fecha de cosecha entre 17 y 24 días, dependiendo de la fecha de siembra y las condiciones específicas del híbrido. Vitti detalló que, para siembras tempranas, el momento óptimo de aplicación se sitúa en un 34% de humedad del grano (aproximadamente 38 días post-floración), logrando adelantos de hasta 17 días. En contraste, para siembras tardías, el umbral asciende a un 53% de humedad (aproximadamente 28 días post-floración), permitiendo una anticipación de hasta 24 días.

Es importante señalar que esta práctica no compromete la calidad industrial del grano. “La cosecha anticipada no modifica el porcentaje de aceite, porque su síntesis se completa antes del fin del llenado de los granos”, aclaró Vitti.
En lo que respecta a las herramientas químicas, ensayos previos han demostrado que ciertos insumos pueden contribuir a la homogeneización del lote y a la aceleración de la madurez. Sin embargo, los técnicos del INTA enfatizan la necesidad ineludible de consultar los registros oficiales del SENASA y de respetar rigurosamente los períodos de carencia establecidos para el cultivo de girasol.
Redacción por dataPORTUARIA