La proliferación de mosquitos, potenciada por las condiciones climáticas, ha reavivado la preocupación en el sector agropecuario argentino por la encefalomielitis equina (EE), una patología viral que afecta severamente a los equinos y, en ciertas circunstancias, puede transmitirse a los seres humanos. Tras el brote epidémico registrado en 2023, la implementación rigurosa de programas de vacunación se posiciona como la medida más eficaz para prevenir futuras contingencias sanitarias.

La experiencia reciente de productores rurales ilustra la gravedad de la encefalomielitis equina. Testimonios recabados en zonas afectadas, como San Antonio de Areco y 25 de Mayo, describen escenarios de angustia y pérdidas. Caballos con síntomas neurológicos severos, incluyendo dificultades para moverse, descoordinación y, en los casos más críticos, el deceso, han marcado a las comunidades. Aquellos equinos que logran sobrevivir a la fase aguda de la enfermedad a menudo presentan secuelas permanentes, como alteraciones en la postura o cambios de comportamiento, afectando su calidad de vida y utilidad.

Esta enfermedad es transmitida por mosquitos, que actúan como vectores al adquirir el virus de aves y roedores silvestres, para luego inocularlo en los equinos.
La encefalomielitis equina no se restringe únicamente a la población equina. En el año 2023, Argentina documentó casos de contagio en humanos por primera vez desde 1996, un hecho que encendió las alarmas en el ámbito de la salud pública. Uno de los casos más resonantes fue el de un trabajador rural en Las Toscas, Santa Fe, quien contrajo el virus tras operar en áreas con acumulación de agua. Si bien este paciente logró una recuperación favorable, el incidente subraya la capacidad zoonótica del virus y la necesidad de una vigilancia epidemiológica integral que considere tanto a animales como a personas.
Especialistas en medicina veterinaria enfatizan la importancia de la vacunación oportuna. Leonardo Mauro, jefe técnico de Animales Familiares y Equinos de Tecnovax, detalla que la vacuna puede aplicarse a partir de los dos meses de edad en animales sanos. Una vez administrada la segunda dosis, se establece una "respuesta inmune más rápida, sólida y duradera". Es fundamental que la inoculación sea realizada exclusivamente por profesionales veterinarios, quienes deben verificar la temperatura del equino para asegurar que el animal no esté cursando la enfermedad al momento de la aplicación.
Redacción por dataPORTUARIA