La potencial implementación por parte de Maersk de un recargo por puntualidad en sus servicios de transporte marítimo ha suscitado un debate en la industria. La discusión se origina tras las declaraciones de su CEO, Vincent Clerc, quien mencionó ante inversores la exploración de mecanismos para monetizar las mejoras en la eficiencia operativa de la compañía. Aunque la naviera aún no ha oficializado dicha tarifa, Clerc sugirió la viabilidad de esta opción en un escenario de mayor predictibilidad en las entregas.
Esta iniciativa se enmarca en los avances de la alianza Gemini, una colaboración estratégica entre Maersk y Hapag-Lloyd. Dicha cooperación ha reportado una optimización constante en la puntualidad y regularidad de sus rutas clave, lo que, según la compañía, podría justificar la creación de un servicio diferenciado con arribos garantizados.
La conceptualización de la puntualidad como un atributo sujeto a un cobro adicional ha generado reacciones diversas en el ámbito logístico y marítimo. Sectores de la industria cuestionan si la fiabilidad en los tiempos de entrega debe ser considerada un elemento de valor añadido o si, por el contrario, constituye un requisito fundamental implícito en el costo base del servicio de transporte.
El núcleo del debate reside en discernir si la puntualidad se clasifica como un valor diferencial que merece una prima, o si representa un compromiso básico que toda compañía naviera debería garantizar a sus clientes como parte intrínseca de su oferta.
El interés de Maersk en monetizar la fiabilidad emerge en un entorno operativo caracterizado por complejidades persistentes. Factores como la congestión portuaria, interrupciones laborales (huelgas), limitaciones infraestructurales, eventos climáticos extremos y disrupciones inesperadas (accidentes o desvíos obligados) continúan impactando la eficiencia de la cadena logística global. Estas variables dificultan la capacidad de las navieras para mantener cronogramas de arribo regulares y predecibles.
Aunque la decisión final sobre la aplicación de un recargo por puntualidad por parte de Maersk está pendiente, la mera consideración de este modelo prefigura una posible evolución en la estrategia comercial del sector. Es plausible que las navieras comiencen a segmentar sus servicios no solo en función de la capacidad o la velocidad, sino también mediante la oferta de garantías explícitas de cumplimiento. Este último aspecto adquiere una relevancia creciente para los cargadores en un panorama global de incertidumbre elevada.
Redacción por dataPORTUARIA