Los informes recientes confirman un escenario productivo auspicioso para el trigo en Argentina, con pronósticos que convergen hacia una producción récord. La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca proyectó 24,7 millones de toneladas, una cifra respaldada por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (24 millones) y la Bolsa de Comercio de Rosario (24,5 millones).
El análisis de la rentabilidad muestra que la actual campaña está "atada" a lograr rendimientos muy por encima de la media histórica para evitar pérdidas. ¿Cuál es el umbral de supervivencia económica para el productor triguero?
La Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR elaboró un cálculo detallado para la zona núcleo, donde la modalidad de campo alquilado representa cerca del 70% de la producción.

Tomando un precio a cosecha (diciembre) de 18,3 dólares por quintal (u$s/qq), los resultados son contundentes:
Con 40 qq/ha, el productor registraría una pérdida de USD 158 por hectárea.
Con 50 qq/ha, el resultado sigue siendo negativo (–USD 29/ha).
Recién con 60 qq/ha el margen pasa a ser positivo, alcanzando USD 75/ha.
El costo del alquiler, que se estima equivalente a 18 qq/ha de soja en el análisis, es el factor determinante que incrementa el riesgo económico del cultivo. Los técnicos de la GEA señalan la importancia de este salto: una diferencia de 20 qq/ha (entre 40 y 60 qq/ha) puede cambiar completamente el balance económico, ya que si bien los costos totales aumentan, el ingreso bruto lo hace a un ritmo mucho mayor. En contraste, los productores con campo propio mejoran su margen neto de USD 59/ha a USD 252/ha al pasar de 40 a 60 qq/ha.

Además de la rentabilidad ligada al rinde, la calidad del grano emerge como un foco de tensión. Recientemente, se reportaron "ruidos" en el mercado ante la imposición de condiciones de recibo por parte de empresas exportadoras, que supeditan el pago de un 10% del volumen a la verificación de la calidad, generando incertidumbre en el productor.
El principal temor radica en la baja proteína. El nivel excepcional de lluvias que acompañó al cultivo, en combinación con prácticas de fertilización base (aplicada únicamente a la siembra), pudo haber generado un lavado significativo del nitrógeno aplicado. Los especialistas advierten que esta caída proteica podría traducirse en descuentos al momento de la venta, afectando aún más el margen neto de los productores con planteos más tradicionales.
Redacción por dataPORTUARIA