El escenario productivo argentino para el cereal de invierno y su consecuente impacto en la planificación de siembras de segunda, ha devuelto el protagonismo al maíz tardío. Los factores climáticos, sanitarios y económicos han alineado los incentivos, permitiendo a los productores planificar esta opción con mayor previsibilidad respecto al ciclo anterior.
El punto de partida es la buena humedad inicial en los lotes, con perfiles recargados en gran parte del territorio agrícola. A ello se suma un factor crítico para la rentabilidad: la fuerte reducción del riesgo sanitario asociado al vector Dalbulus maidis (chicharrita), cuya presencia cayó a niveles mínimos en las regiones Centro-Norte y Centro-Sur, según la Red Nacional de Monitoreo.

Desde la perspectiva económica, el maíz tardío exhibe nuevamente una relación insumo/producto atractiva. Este planteo, al operar con densidades más bajas, logra diluir la inversión en semilla y otros insumos clave. Según análisis del sector, un rendimiento que supere los 5.000 kg/ha en maíz tardío genera un margen superior al que podría ofrecer una soja de segunda de 1.800 kg/ha, de acuerdo con el precio a futuro.
La seguridad del planteo y la rentabilidad se vuelven cruciales, tal como lo analizó Leandro La Ragione, gerente de desarrollo de producto de Stine, al detallar las estrategias agronómicas óptimas, región por región:
Centro-Norte de Córdoba: Región históricamente dominada por la siembra tardía. A pesar del crecimiento del maíz temprano, el tardío (sembrado en enero para cosechar en septiembre) se mantiene como la opción más segura en la rotación. Se destaca el híbrido ST 9820 CL vip3, valorado por su sanidad frente a tizón y su gran tolerancia al vuelco y quebrado para resistir la cosecha demorada.
Franja Central (Núcleo Productivo): Ante la fuerte extracción de nutrientes por la excelente cosecha de trigo, la siembra tardía sobre rastrojo es viable, siempre que se mantengan las recargas hídricas de diciembre y se asegure la fertilización adecuada. Con fechas de siembra más ajustadas (5 al 15 de diciembre), se plantea el uso de ciclos cortos para evitar el riesgo de heladas, anticipar la madurez y reducir los costos de secado. El ST 9741 vip3 (madurez relativa 114 días) es la propuesta para ambientes de alto potencial.
Centro-Sur de Buenos Aires: Esta región (que incluye Bolívar, Pehuajó y Saladillo) presenta excesos hídricos importantes. El maíz se perfila como la única alternativa viable frente a la menor competitividad de la soja, incluso con posibilidad de destino a forraje. El riesgo de heladas tempranas obliga a utilizar ciclos cortos (fin de diciembre a enero), como el ST 9734 vip3 (madurez relativa 111 días) y el ST 9741 vip3. La menor humedad al momento de cosecha que ofrecen estos materiales ayuda a evitar pérdidas en otoños húmedos.
La alineación de los factores climáticos, sanitarios y económicos genera un marco excepcional. Con perfiles recargados y menor presión sanitaria, el maíz tardío se posiciona como una de las apuestas más sólidas de la presente campaña, requiriendo una planificación genética precisa para maximizar los rindes por zona.
Redacción por dataPORTUARIA