La estructura productiva de Mendoza, históricamente anclada en la vitivinicultura y los frutales, está experimentando una reconversión hacia el cultivo de alfalfa. Este revival del forraje —cuya presencia se remonta a la época de la exportación de ganado a Chile en el siglo XIX— responde a una ecuación económica y productiva favorable para los agricultores de la provincia.
El principal motor de la expansión de la alfalfa es su rol como alimento de alto valor proteico para la ganadería, un sector que también registra crecimiento en la región y requiere forraje de calidad. El delegado del Ministerio de Producción en la zona Sur, Andrés Vavrik, destacó la rentabilidad y el bajo riesgo como factores determinantes para el abandono de cultivos más tradicionales.

Una ventaja crucial es la plurianualidad de la alfalfa, que puede mantenerse productiva hasta cinco años, y su resiliencia ante contingencias comunes en la provincia, como el granizo y las heladas. Su rápido desarrollo permite realizar los primeros cortes a pocos meses de la siembra, y sus beneficios para la sanidad del suelo la convierten en una opción ideal para la transición agronómica.
Departamentos como General Alvear y San Rafael, junto con Santa Rosa y San Martín, son los epicentros de este crecimiento. Las condiciones naturales de la provincia —buena insolación, amplitud térmica y suelos aptos— son óptimas, aunque su desarrollo intensivo genera desafíos que la logística y la inversión deben resolver.
Pese a sus bondades, el cultivo de alfalfa en Mendoza se enfrenta a desafíos inherentes a la logística hídrica y los costos de operación. Diego Guerrero, asesor técnico en el Este mendocino, señaló que la expansión está ligada a proyectos con alta tecnificación de riego, principalmente por aspersión (pivotes).
Sin embargo, la dependencia del riego subterráneo mediante perforaciones profundas implica un alto costo energético de extracción. "El agua subterránea tiene buena calidad, pero es cara de extraer", reconoció Guerrero.
Este factor encarece la producción y limita la competitividad local para el mercado de exportación, obligando a que la alfalfa mendocina se enfoque mayormente en la ganadería doméstica. El negocio más rentable, según el experto, se encuentra en transformar el forraje en proteína animal (recría o engorde), no solo en la venta del heno.
Otro desafío identificado es la necesidad de mano de obra calificada y la disponibilidad de servicios asociados al ciclo productivo (corte, hilerado y enrollado).

Frente a la inestabilidad de los cultivos tradicionales, la Intendencia de General Alvear está impulsando una política de complementación productiva. El municipio diseñó una línea de financiamiento específica, articulada con Mendoza Fiduciaria, para fomentar la incorporación de alfalfa.
El programa otorga créditos de hasta un millón de pesos por hectárea (con un máximo de cinco hectáreas por productor), cubriendo insumos como maquinaria, semillas y fertilizantes. Hasta la fecha, la iniciativa ha financiado unas 400 hectáreas nuevas y ha beneficiado a alrededor de 60 productores.
Redacción por dataPORTUARIA