La región centro-oeste de la provincia de Buenos Aires atraviesa una de las coyunturas hídricas más críticas de los últimos años, impactando severamente en la producción agropecuaria y la logística rural. La combinación de precipitaciones excepcionales, saturación de suelos y una red vial colapsada ha generado pérdidas crecientes y ha reactivado el reclamo histórico por obras de infraestructura.
Este panorama fue documentado con precisión técnica por el ingeniero agrónomo Javier Portillo de la EEA INTA Pergamino, quien utilizó imágenes satelitales Sentinel 2 MSI para monitorear la evolución del exceso hídrico. Los resultados son contundentes y dimensionan la aceleración del deterioro desde febrero.
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Los datos, obtenidos mediante un índice de agua ajustado (mNDWI), demuestran una expansión alarmante del agua a cielo abierto:
Carlos Casares: El anegamiento pasó de 9.850 hectáreas a 129.500 hectáreas al 7 de octubre, representando el 51,1% de la superficie total del partido.
9 de Julio: La superficie bajo agua saltó de 63.535 a 128.500 hectáreas (42,1% del territorio) entre marzo y octubre.
Bragado: El área anegada creció de 3.818 a 50.540 hectáreas (23,1% del partido).
El profesional del INTA advirtió que estas cifras, aunque elocuentes, podrían subestimar el impacto real, ya que el agua con vegetación desarrollada o los suelos saturados que impiden "piso" para la maquinaria no son siempre detectados por la metodología. La imposibilidad de acceso a los establecimientos rurales compromete la sanidad animal y la planificación de la campaña gruesa.

En paralelo al informe del sector técnico, la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) elevó el tono de su reclamo. La entidad estimó que, en la vasta cuenca del Río Salado (17 millones de hectáreas), hay 2 millones de hectáreas inundadas o anegadas y un total de 3,8 millones de hectáreas afectadas por la falta de piso o de accesibilidad.
Esta superficie afectada, aunque no totalmente cubierta por agua visible, carece de las "condiciones mínimas para avanzar con las labores de siembra", lo que se traduce en un freno directo a la producción agrícola.

El foco de CARBAP se centra en la culminación urgente del Plan Maestro del Río Salado, una obra de infraestructura hidráulica para ordenar el sistema hídrico de la provincia y evitar la recurrencia de estas crisis. La dirigencia rural estableció un ultimátum:
"Para el año 2030, las obras del Plan Maestro del Río Salado deben estar terminadas en su totalidad. No se trata de un eslogan ni de un deseo, es una obligación moral, productiva y social."
La entidad insiste en que no se requieren tecnologías disruptivas, sino decisión política para ejecutar canales, puentes y obras hidráulicas que ya cuentan con expertise técnica en el país. El reclamo apunta a los tres niveles del Estado, recordándoles que "la plata la generan los productores y la recaudan los tres niveles del Estado todos los años."
Con más del 40% de la superficie de algunos distritos bajo el agua y el transporte rural paralizado, la situación demanda una respuesta estructural inmediata para evitar que la crisis hídrica se repita.
Redacción por dataPORTUARIA