

Tras un período que se caracterizó por un escenario climático favorable, con lluvias abundantes que superaron los promedios históricos desde fines del verano, el panorama para la producción agrícola argentina se modifica con la confirmación del inicio de La Niña.
La ORA basó su declaración en el último informe de la NOAA, un organismo estadounidense de referencia global en análisis climático. Este reporte oficial indica que las temperaturas superficiales del mar en el Pacífico ecuatorial se encuentran por debajo del promedio, un claro indicador del fenómeno. Además, las modificaciones detectadas en las variables atmosféricas tropicales refuerzan esta conclusión.
La presencia de La Niña históricamente se asocia con un menor flujo de precipitaciones y la elevación de las temperaturas, condiciones que generan estrés hídrico en los cultivos, lo que justifica la atención del sector agropecuario.
La incertidumbre sobre la duración del fenómeno encuentra cierto alivio en los modelos de pronóstico global analizados. La ORA prevé que la condición de La Niña persista con alta probabilidad (cercana al 80%) durante los trimestres septiembre-noviembre y octubre-diciembre de 2025.
Sin embargo, a partir del trimestre enero-marzo de 2026, la probabilidad de ocurrencia desciende por debajo del 50%, sugiriendo una probable transición hacia una fase neutral del ENSO (El Niño-Oscilación del Sur).
Un dato clave para los productores es la expectativa de su fuerza:
“Por el momento, la intensidad que se espera que alcance el fenómeno La Niña es débil”, afirmó la ORA.
Esta baja intensidad podría mitigar los efectos más severos que el fenómeno ha provocado en ciclos anteriores sobre los cultivos extensivos. ¿Cómo impactará este escenario de La Niña débil en la planificación de la siembra de granos gruesos? La agricultura argentina deberá ajustar sus estrategias de manejo de riesgo hídrico y densidades de siembra.
Redacción por DataPortuaria