

En el campo de la biotecnología agrícola, donde la innovación parece no tener límites, la firma argentina Beam CropTech ha logrado un avance sorprendente. Esta empresa, con apenas cinco años de antigüedad, ha desarrollado una técnica que interviene directamente en la fotosíntesis de los cultivos.
Su enfoque, que ha sido comparado con la aplicación de un protector solar en las plantas, manipula un gen específico para que estas aprovechen hasta el último rayo de luz, incrementando significativamente su rendimiento.
La idea es fruto de la investigación de su fundador, el doctor en biología Carlos Crocco, quien descubrió que la fotosintensis podía ser manipulado para mejorar la eficiencia de las plantas.
La lógica detrás de la tecnología es simple: así como los humanos se protegen de la radiación solar, las plantas también tienen un mecanismo de defensa natural. Crocco descubrió que si esta protección se activa un poco antes del pico de mayor radiación, la planta evita bloquear la absorción de luz y continúa sintetizando energía.
La propuesta tecnológica de Crocco se basa en estimular a la planta para que active de manera anticipada sus mecanismos de defensa, evitando que se bloquee la absorción de luz y favoreciendo la continuidad en la síntesis de energía. La empresa cuenta con una patente registrada en Estados Unidos y mantiene acuerdos de cooperación con organismos como el INTA, el CONICET y la Universidad de Buenos Aires, además de una multinacional que desarrolla proyectos vinculados a cultivos de papa, soja y maíz.
Este procedimiento no es estándar para todas las especies, ya que requiere identificar y manipular el gen específico en cada tipo de planta.
La cofundadora de la empresa, Valeria Arredondo, explicó que “es como si le dijéramos 'protégete antes'. En la planta se puede activar la fotoprotección natural antes del pico de mayor irradiancia solar y así evitar que, en lugar de bloquearse siga captando y sintetizando la luz”.
Los resultados preliminares ya son prometedores.
Según Arredondo, “en condiciones de normalidad, nuestras plantas rinden 10 a 16% más, pero si se siembra en estrés hídrico, rinden hasta 25% más que las variedades de control”.
Esto demuestra que, al tener más energía disponible, la planta mejora su metabolismo y puede no solo crecer más, sino también sobreponerse mejor a condiciones adversas.
Esta innovación argentina no solo busca mejorar la productividad agrícola, sino que también aspira a que un conocimiento generado en el país, con un fuerte vínculo con el agro, pueda llegar a productores de todo el mundo.
Redacción por DataPortuaria