

La draga Afonso de Albuquerque, una de las naves encargadas de la tarea, realiza hasta doce ciclos diarios para remover y depositar sedimentos, asegurando la profundidad necesaria para el paso de grandes buques de carga. La operación, que se lleva a cabo en turnos de 12 horas, es supervisada por protocolos ambientales que, según Jan de Nul, superan las exigencias oficiales.
Con una tripulación de dieciséis especialistas argentinos, la vida a bordo se organiza en jornadas intensas y periodos de descanso. La nave cuenta con comodidades como gimnasio, sala de juegos y living, pensadas para mantener el bienestar de los trabajadores durante sus turnos de veintiún días. María Florencia Adip, segunda al mando y la única mujer a bordo, destaca la importancia del trabajo en equipo y el buen ambiente.
La draga, que recorre la franja entre Timbúes y Punta Indio, es la primera del mundo en cumplir con la normativa Euro V de la Unión Europea, lo que reduce significativamente su impacto ambiental.
El Gobierno ha reformulado las bases para la nueva licitación, tras el fracaso del intento anterior. El nuevo pliego contempla un contrato de veinte años, la profundización del canal a 44 pies y la exclusión de empresas estatales extranjeras.
Estos cambios responden a las demandas de las principales cámaras empresariales y sectores exportadores, que han respaldado el avance del proceso. La privatización, que busca un nuevo equilibrio entre el sector público y el privado, definirá el futuro de una arteria logística central para la economía de la región. Mientras se define el pliego, el mantenimiento de la vía navegable continúa bajo contratos de corto plazo con la empresa belga, que competirá en la nueva licitación.
Redacción por DataPortuaria
Fuente: Agustin Maza - Infobae