

La expansión del comercio mundial en el primer semestre de 2025, estimada en US$ 300 mil millones, no llegó sin advertencias. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) alertó en su último informe sobre una transformación estructural del mapa comercial global. El auge de políticas proteccionistas, la creciente incertidumbre geopolítica y los movimientos estratégicos de las grandes economías están redefiniendo las rutas logísticas y provocando una fragmentación que podría alterar profundamente el rol de América Latina en las cadenas de suministro internacionales.
En este nuevo escenario, el concepto de “regionalización” parece estar cediendo terreno. Tras años en los que el nearshoring fue señalado como una tendencia en ascenso, los datos muestran una desaceleración de esta práctica, cayendo por debajo de los niveles de 2021. En contraste, las prácticas de friendshoring —comercio entre aliados políticos— se mantienen por encima del promedio. Esta evolución sugiere un cambio en las preferencias de las grandes potencias comerciales, que buscan reducir la dependencia de proveedores percibidos como riesgosos, y un regreso parcial a modelos de abastecimiento global más diversificados.
El informe destaca que países desarrollados como Estados Unidos y la Unión Europea lideraron el crecimiento comercial en el primer trimestre, impulsado en parte por un adelanto de importaciones ante la inminente imposición de nuevos aranceles en EE.UU.. Este fenómeno generó picos en la actividad logística y una demanda anticipada de transporte, almacenamiento y servicios aduaneros. Sin embargo, el repunte no fue homogéneo: el comercio entre países en desarrollo (fuera de Asia) se contrajo, y el comercio Sur-Sur presentó cifras negativas en el primer trimestre, al excluir a las economías del este asiático.
En este contexto, América Latina podría quedar desplazada si no logra integrarse activamente en nuevas redes logísticas. Las exportaciones regionales no compensan la caída en los flujos intrarregionales, lo que representa un riesgo si se profundiza la fragmentación comercial global y se consolidan alianzas que excluyan a la región.
Las tensiones comerciales crecientes generan impactos indirectos en la infraestructura logística. El endurecimiento de políticas industriales (subsidios, requisitos de contenido nacional) altera los flujos tradicionales de inversión y producción. UNCTAD advierte que estos cambios pueden generar “efectos en cascada” que afecten eslabones logísticos no originalmente en el centro de las medidas, provocando disrupciones inesperadas. Esto exige repensar las prioridades de inversión en puertos, corredores bioceánicos, centros de distribución y tecnología aplicada a la trazabilidad.
Aunque el panorama es desafiante, existen ventanas de oportunidad. El crecimiento del comercio de servicios (especialmente digitales) y la resiliencia de sectores como farmacéuticos y químicos ofrecen márgenes para diversificar la matriz exportadora regional. El fuerte crecimiento en exportaciones de África, por su integración con Asia, podría servir de modelo para una mayor articulación de América Latina con sus socios naturales.
Algunos indicadores logísticos globales, como el Baltic Dry Index y el Shanghai Containerized Freight Index, están recuperándose, señalando una posible estabilización en los costos del transporte marítimo. En definitiva, la nueva configuración del comercio internacional está lejos de estabilizarse. La región debe evitar quedar atrapada en una posición periférica y aprovechar el momento para impulsar una agenda logística integrada, resiliente y adaptada a los desafíos del siglo XXI.
Redacción por DataPortuaria
Fuente: MovantConnection