Por: Ing. Ernesto Klocker

La Zona Económica Exclusiva Argentina, con más de un millón y medio de kilómetros cuadrados, representa uno de los espacios marítimos más ricos y codiciados del Atlántico Sur. Sus bancos de pesca, en especial los caladeros de especies como el calamar, son objeto de un interés constante por parte de buques de bandera extranjera que operan en el límite exterior. Muchas de estas embarcaciones recurren a tácticas de ocultamiento para ingresar ilegalmente a aguas bajo jurisdicción argentina. Ante esta realidad, el país ha diseñado y consolidado una estructura de vigilancia oceánica de alta tecnología para prevenir, detectar y documentar estas infracciones.

La infraestructura nacional que se ha consolidado para enfrentar este fenómeno combina observación satelital, sistemas automáticos de identificación (AIS), procesamiento de grandes volúmenes de datos e inteligencia predictiva. Uno de sus pilares es el acceso a imágenes de radar de apertura sintética provistas por los satélites argentinos SAOCOM, complementadas por la constelación COSMO-SkyMed, operada por la Agencia Espacial Italiana. Esta sinergia brinda la capacidad de detectar embarcaciones incluso durante la noche o en condiciones climáticas adversas.

El sistema se complementa con otras herramientas clave. Se emplean módulos desarrollados internamente que fusionan señales AIS y radar costero, lo que permite identificar embarcaciones que intentan operar sin ser detectadas, una práctica común en la pesca ilegal. También se integran recursos como el sistema de largo alcance LRIT, que permite seguir el rastro de embarcaciones más allá del mar territorial argentino. Además, bases de datos portuarias y registros de licencias pesqueras completan un entorno informativo integral.

Una de las características más destacadas de este modelo es su capacidad para documentar electrónicamente las infracciones, generando evidencia sólida sin necesidad de interceptar físicamente a las embarcaciones. Esta trazabilidad digital ha permitido sancionar a buques extranjeros cuyas incursiones ilícitas fueron plenamente registradas por la tecnología nacional, aun cuando abandonaron rápidamente el área ante la detección. Se trata de un nuevo paradigma de fiscalización remota, que fortalece la capacidad del Estado para actuar de forma oportuna y legítima.

Desde su implementación, el sistema ha registrado más de 700 eventos de posible pesca ilegal o navegación no autorizada, muchos de los cuales derivaron en actuaciones administrativas o sanciones económicas. La frecuencia de detección ha aumentado notablemente, gracias a la incorporación de algoritmos de inteligencia artificial que permiten identificar patrones de comportamiento y predecir posibles infracciones. En la actualidad se procesan anualmente más de 50.000 imágenes satelitales.

La plataforma también desempeña funciones ambientales fundamentales. Permite detectar y rastrear derrames de hidrocarburos en el mar, controla zonas ecológicas sensibles como los parques marinos Namuncurá y Yaganes, y genera mapas dinámicos de presión pesquera a partir del cruce de datos geográficos. La Prefectura Naval ha desarrollado tableros interactivos y modelos de visualización que permiten tomar decisiones informadas en tiempo real, lo que transforma a esta herramienta en una base operativa clave para la planificación territorial del mar.

A nivel internacional, este sistema ha sido reconocido por organismos técnicos y foros especializados como una referencia en gobernanza soberana del mar. Su desarrollo íntegramente nacional, su operación por parte de una fuerza estatal y la ausencia de dependencia de plataformas privadas lo convierten en un ejemplo de autonomía estratégica. En un contexto en el que muchos países deben contratar servicios satelitales externos o licenciar software extranjero, el caso argentino resalta por su capacidad de actuar con recursos propios.

Además de sus beneficios operativos, el sistema fortalece el desarrollo sostenible. Al proteger la pesca legal y sancionar la explotación ilegal, protege la economía de las comunidades costeras, defiende el empleo en el sector pesquero y contribuye a la seguridad alimentaria nacional. Desde una perspectiva más amplia, representa una política pública que combina cuidado ambiental, innovación tecnológica y eficiencia institucional.

La herramienta también tiene una dimensión estratégica-policial. Brinda capacidad de reacción inmediata, permite anticiparse a maniobras encubiertas y documenta con precisión la actividad de flotas extranjeras en el límite exterior de la jurisdicción argentina. Esa información es clave tanto para la intervención directa como para el respaldo técnico de posiciones en negociaciones multilaterales sobre regulación oceánica, conservación de recursos y control de actividades extractivas.

La experiencia argentina comienza también a proyectarse regionalmente. La Prefectura Naval ha sido invitada a compartir su metodología en conferencias internacionales, mientras que organismos especializados estudian el modelo como una experiencia transferible. Esto no sólo abre la puerta a nuevas formas de cooperación técnica, sino que posiciona al país como un actor con capacidades reales en el plano de la diplomacia oceánica y la asistencia técnica.

En definitiva, la plataforma de control del mar desarrollada por Argentina es mucho más que una red de sensores. Es una política de Estado moderna, científica y eficaz que cuida un territorio clave como lo es el mar. Lo protege como fuente de vida, como sustento económico, como ecosistema y como expresión de soberanía. En un mundo donde los océanos son cada vez más disputados y explotados sin reglas claras, contar con un sistema autónomo, preciso y estatal es una declaración firme de vocación pública.

Este modelo argentino no se basa en discursos, sino en resultados tangibles. Detecta, previene, sanciona y preserva. Integra el saber técnico con el compromiso institucional. Y por sobre todo, demuestra que la vigilancia del mar puede ejercerse con inteligencia nacional, voluntad política y herramientas propias, sin ceder soberanía ni eficacia.