

Por: Antonela Giglio
“No había mantas tejidas a mano a la venta; si querías una, tenías que mandarla a hacer”, recuerda.
Pero su vínculo con la decoración venía de antes. Al terminar el secundario, trabajó junto a una decoradora de interiores y luego decidió formarse profesionalmente en la Asociación Biblioteca de Mujeres de CABA, donde se recibió en 2003. Desde entonces, nunca dejó de crear.
Hoy, desde su showroom en Necochea —que abre con cita previa— y a través de su servicio de “Deco a domicilio”, Jorgelina asesora a clientes para transformar sus hogares en espacios únicos.
“Para mí, el mayor desafío fue que conozcan mi profesión y mi trabajo”, comenta.
Con el tiempo, logró posicionarse en el mercado local, aumentar el stock de productos y establecer una base de clientela fiel.
“Trabajo con textiles de diseño, tanto tejidos como de costura. Algunos modelos están en stock, pero muchas veces el trabajo es a medida, según el gusto de cada cliente”, detalla.
Cada pieza es el resultado de una selección minuciosa de géneros e hilados, diseño personalizado y atención obsesiva a los detalles.
Aunque confiesa que, como buena virginiana, le cuesta delegar, hoy Jorgelina no trabaja sola. La acompaña un equipo que incluye dos talleres de costura, un tapicero y su mamá, quien vive en otra ciudad pero sigue siendo parte fundamental del proyecto:
“Es mi mano derecha con el tejido y quien me cumple todos mis caprichos con los puntos”.
Su diferencial está en no seguir las modas.
“Cuando venís a verme, no vas a encontrar lo mismo que hay en los locales de la ciudad”, afirma.
Y esto no es solo un eslogan: es una filosofía de trabajo. Entre sus próximos lanzamientos, está una línea antiques de iluminación reciclada con pantallas coloridas y únicas.
“Me tiene expectante, es algo nuevo y no visto en la ciudad”.
Para quienes están por dar el salto al mundo emprendedor, Jorgelina comparte su experiencia con humildad:
“Ofrecé algo distinto, sumá un plus. Por ejemplo, la deco a domicilio me funciona muy bien. Y además acompaño a mis clientes en la búsqueda de muebles y otros productos que no vendo yo, pero que hacen al todo”.
Constancia, paciencia, resiliencia y amor por lo que uno hace son, según ella, ingredientes indispensables para emprender.
“Todavía siento que me falta mucho, pero tengo claro que quiero seguir creciendo. La gran duda que tengo es si abrir o no un local a la calle, por todo lo que eso implica. Pero de algo estoy segura: me voy a animar”.
Jor Spagnuolo Deco no es solo un emprendimiento de decoración; es el resultado de un camino recorrido con pasión, esfuerzo y una mirada única. Desde Necochea, Jorgelina sigue apostando a crecer sin perder su esencia: crear espacios que hablen del alma de quienes los habitan.