

El transporte marítimo de contenedores, pilar del comercio internacional, enfrenta una crisis sin precedentes debido a la escalada arancelaria entre Estados Unidos y China. Las decisiones comerciales contradictorias y la imposición de aranceles han generado un entorno caótico para navieras e importadores, con reservas congeladas en algunas rutas y aumentos abruptos en otras.
Uno de los efectos más notables es la caída en las reservas de exportación desde China, mientras que países como Taiwán y Vietnam experimentan un aumento en la demanda de sus servicios marítimos. Esto ha provocado un incremento en las tarifas de transporte: un 10% en las rutas entre Asia y la Costa Oeste de EE. UU., alcanzando los 2.465 dólares por contenedor de 40 pies, y un 3% hacia la Costa Este, llegando a los 3.647 dólares por unidad. En contraste, las tarifas desde Shanghái han disminuido un 16%, evidenciando una posible reorganización en la producción manufacturera y su impacto en la planificación logística y portuaria.
La situación también ha generado disrupciones operativas significativas. La cancelación de salidas desde puertos chinos y la acumulación de contenedores vacíos en la región afectan la disponibilidad de equipos y el equilibrio de flotas. Algunas navieras han comenzado a aplicar recargos anticipados en las rutas transatlánticas, anticipando un nuevo pico de demanda antes de julio, fecha en la que podrían reactivarse los aranceles actualmente suspendidos.
Este adelanto de carga tiene efectos estacionales, con empresas importando antes de lo habitual, lo que podría llevar a una actividad más moderada en los meses tradicionalmente fuertes del tercer trimestre. La distorsión en los ciclos logísticos genera tensión en toda la cadena, desde las decisiones de inventario hasta la programación de servicios marítimos y la disponibilidad en terminales.
El origen de esta inestabilidad es político y económico. A principios de abril, el gobierno de Estados Unidos anunció aranceles recíprocos para más de 60 socios comerciales, que entraron en vigor el 9 de abril. Un día después, gran parte de estos aranceles fue suspendida por 90 días, aunque China quedó excluida de la prórroga. Actualmente, ambas potencias mantienen tarifas mínimas del 125% sobre sus productos.
La necesidad de anticiparse a posibles restricciones, junto a la falta de reglas estables, obliga a los actores de la cadena a operar con una flexibilidad inédita. La incertidumbre y la volatilidad actuales exigen una adaptación constante y una planificación estratégica para mitigar los impactos en la logística marítima global.
Redacción por DataPortuaria
Fuente: MovantConnection