

China ha intensificado su estrategia de integración con los países del Sur Global, en un contexto de creciente tensión comercial y diplomática con Estados Unidos. El gigante asiático apunta a consolidar una red de alianzas económicas, políticas y tecnológicas con Asia, África y América Latina, regiones que se han vuelto claves para su proyección global.
La respuesta de Beijing a los desafíos geoestratégicos que presenta Washington no se limita a medidas defensivas. Impulsa activamente el desarrollo de instituciones multilaterales como los BRICS y la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que amplían su alcance más allá de Eurasia hacia América del Sur y África, atrayendo a países con necesidades de inversión y financiamiento.
En este nuevo escenario, China no solo ofrece capital, sino también transferencia tecnológica, cooperación en infraestructura portuaria, ferroviaria y digital, consolidando su influencia a largo plazo. A través del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) y otras plataformas de financiamiento, Beijing ha desplazado progresivamente a organismos tradicionales dominados por Occidente, como el FMI o el Banco Mundial, en algunos países emergentes.
Este giro estratégico cobra relevancia a medida que el comercio mundial se reconfigura. La creciente incertidumbre por los aranceles, las restricciones tecnológicas y la competencia en sectores clave como los semiconductores y la inteligencia artificial ha llevado a China a diversificar sus mercados y fuentes de materias primas.
En América Latina, la presencia china se afianza a través de inversiones en sectores como la minería, la energía, la logística y los puertos, apuntando a fortalecer corredores bioceánicos y nuevas rutas de exportación. Todo ello en un marco donde se busca reducir la dependencia de Estados Unidos y afianzar una arquitectura multipolar.
Redacción por DataPortuaria
Fuente: MovantConnection