

Por: Mario Goicoechea
En el debate sobre el futuro del Puerto de Buenos Aires, una idea es mencionada cada tanto, sobre todo desde puertos competidores: trasladar sus operaciones fuera del centro urbano para "liberar suelo" o "descongestionar la ciudad". Sin embargo, un modelo internacional exitoso demuestra que otra visión es posible.
El caso de PortMiami, uno de los principales puertos de cruceros y carga del hemisferio, es la prueba concreta de que un puerto moderno, eficiente y sostenible puede coexistir en el corazón de una gran metrópoli. ¿Por qué Buenos Aires no podría hacer lo mismo?
Miami no trasladó su puerto, lo transformó. PortMiami está enclavado en la isla Dodge, a metros del centro financiero de la ciudad. No se movió ni se fragmentó. En cambio, se invirtieron más de u$s 1.000 millones en un proceso de transformación integral que incluyó infraestructura subterránea (túnel de acceso), integración ferroviaria, digitalización operativa, grúas eléctricas, y diseño arquitectónico de sus terminales de cruceros, hoy íconos del skyline de la ciudad.
Este modelo demuestra que un puerto puede crecer, modernizarse y reducir su impacto ambiental sin necesidad de ser expulsado del centro urbano. Y lo que es más importante: hacerlo potencia su valor económico y simbólico.
El Puerto de Buenos Aires no es un obstáculo urbano, sino un activo logístico esencial. Su cercanía al corazón del AMBA, donde se produce más del 50% del PBI nacional, lo posiciona como una terminal de valor estratégico, con conexiones directas al aeropuerto, la red ferroviaria nacional y los principales corredores viales del país.
Una muestra clara de cómo puede integrarse la infraestructura portuaria a la ciudad sin desplazarse fue la construcción del Paseo del Bajo, una obra clave inaugurada en 2019. Este corredor exclusivo para tránsito pesado, que conectó las autopistas metropolitanas con los accesos portuarios, eliminó el paso de camiones por el microcentro. Así, mejoró la fluidez logística, redujo tiempos y costos operativos, pero también resolvió un histórico problema urbano al liberar superficie para espacios verdes y reducir emisiones.
El Paseo del Bajo simboliza lo que Buenos Aires puede lograr cuando piensa en términos de integración inteligente, como lo hizo Miami con su túnel subterráneo.