

En el universo emprendedor, hay marcas que destacan no solo por lo que hacen, sino por cómo lo hacen. Este es el caso de Che Corazón, el emprendimiento de Andrea Palazzo, que fusiona diseño, tradición y autenticidad a través de carteras de cuero artesanales y la venta de piezas de joyería criolla. Desde la ciudad de Necochea, Andrea construye un proyecto que honra lo artesanal sin perder de vista la innovación y el presente.
Luego de dejar su carrera en el ámbito gastronómico, Andrea sintió que era momento de un cambio profundo.
“Mi vida siempre estuvo ligada al arte, aunque de forma amateur”, cuenta.
Así nació Che Corazón, un proyecto que combina su pasión por lo artesanal con una profunda búsqueda de identidad y expresión personal.
Al descubrir el mundo de la marroquinería, encontró en las carteras un soporte ideal para canalizar su creatividad. Pero no se trataba de hacer cualquier cartera:
“Quería que fueran diferentes, para quienes disfrutan de lo único y auténtico”.
Cada pieza de Che Corazón comienza con una curaduría de materiales que define su calidad y estilo.
“Busco cueros especiales, con texturas y colores únicos, que le den carácter a cada diseño. No trabajo con materiales en serie porque quiero que cada cartera tenga su propia esencia”, explica Andrea.
El proceso completo —desde el desarrollo de moldes hasta el corte y la confección— está bajo su supervisión directa. El resultado es un producto exclusivo, con una terminación minuciosa, pensado para durar y con una impronta artesanal inconfundible.
Además de sus diseños propios, también realiza trabajos personalizados, lo que le permite adaptarse a pedidos únicos sin perder su estilo.
“No hago productos en masa; cada pieza es auténtica y pensada para trascender el tiempo”.
Como muchas emprendedoras, Andrea enfrentó retos al lanzarse sola en el mercado.
“Dar a conocer mi emprendimiento fue el mayor desafío, junto con aprender a manejar redes sociales y tiendas virtuales”, admite.
La capacitación continua fue clave, y hoy reconoce que ese esfuerzo constante la sigue impulsando. También aprendió a filtrar consejos:
“A veces, te aconsejan con buena intención pero sin conocimiento del rubro. Aprendí a confiar en mi intuición y a escuchar a quienes realmente entienden el sector”.
Che Corazón no es solo un proyecto productivo: es una declaración de principios. Andrea tiene claro que su marca representa autenticidad, calidad y diseño y su objetivo es expandirla con coherencia, sumando productos y mercados sin perder su esencia.
“Quiero lograr una comunidad leal de clientes que compartan los ideales de la marca y establecer relaciones duraderas. Continuaré innovando en diseños y procesos, siempre con un enfoque sostenible”, afirma con convicción.
“Hacerlo es entregar una parte muy especial de uno mismo. Si creés en tu proyecto, no lo dudes. Si no lo creés, mejor ni lo intentes”.
Che Corazón representa un modelo de emprendimiento con sentido artesanal, personal y profundamente conectado con el legado cultural argentino. Un ejemplo de cómo es posible construir una marca sólida, desde el amor por el oficio y la decisión de hacer las cosas con el corazón.