

Por: Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA)
Brasil se encamina a reforzar su liderazgo como principal proveedor mundial de soja, con una proyección de producción de 173 millones de toneladas para la campaña 2025/26. Según datos recientes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), esto representa un incremento del 2,1% respecto al ciclo anterior, acompañado por un rendimiento promedio estimado en 3,59 toneladas por hectárea y una expansión del área cultivada que alcanzaría los 48,2 millones de hectáreas.
Las perspectivas para el comercio exterior también son favorables: se proyectan exportaciones por 112 millones de toneladas en la próxima campaña, superando las 108,3 millones previstas para 2024/25. Este crecimiento sostenido consolida a Brasil como el mayor exportador global del complejo sojero, en un contexto de fuerte demanda internacional de aceites y harinas vegetales.
El dinamismo productivo se explica en parte por la expansión territorial en regiones estratégicas. El Centro-Oeste, que ya representa más de un tercio del volumen nacional, experimentó un aumento del 21% en su superficie sembrada en los últimos cinco años, alcanzando 22,1 millones de hectáreas. En este núcleo agrícola, Mato Grosso se destaca con una proyección de 14,79 millones de hectáreas sembradas para 2030.
Otro polo en crecimiento es la región de MATOPIBA, conformada por Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía. Entre las campañas 2020/21 y 2023/24, esta zona registró una expansión del 32%, muy por encima de la media nacional del 20%. Asimismo, en el Norte y Nordeste del país, la reconversión de pastizales en áreas agrícolas permitió una expansión del 52% y 37%, respectivamente. En contraste, el sur de Brasil muestra un crecimiento más moderado, con un 10% acumulado en cinco años.
Además de la soja, el USDA prevé un aumento en la producción de cultivos como el cacahuete, el aceite de palma y el algodón. Este último atraviesa un ciclo favorable tras consolidar su perfil exportador durante 2023/24.
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La rentabilidad del sector enfrenta desafíos. Los costos de producción continúan elevados y la estabilidad en los precios internacionales limita los márgenes de ganancia. En este escenario, la disponibilidad de insumos y el acceso al financiamiento se perfilan como factores determinantes para sostener el crecimiento tanto de la soja como de otros cultivos estratégicos en el mediano plazo.