

A pesar de mantener una cuota de mercado estable en destinos tradicionales como Estados Unidos, Israel y la Unión Europea, la industria cárnica argentina enfrenta el desafío de la dependencia de China, un mercado que ha experimentado una depreciación en los precios de importación.
En este contexto, la región del sudeste asiático emerge como un polo de atracción, con un incremento sostenido en la demanda de carne vacuna. Países como Malasia, Tailandia e Indonesia, entre otros, muestran un interés creciente en la importación de este producto, proyectando un volumen de compras de 1,70 millones de toneladas para 2033.
El informe de FAO-OCDE revela esta tendencia, pronosticando que Asia se consolidará como el principal importador de carne vacuna a nivel mundial, con un volumen de 8 millones de toneladas en 2033, lo que representa el 61% de la demanda global. Este fenómeno responde a factores como el aumento del poder adquisitivo de la población, la urbanización y la occidentalización de los hábitos alimenticios.
En el ámbito doméstico, un análisis del economista Fernando Marull revela una disminución en el poder de compra de carne vacuna por parte del consumidor argentino, con una reducción del 28% en la cantidad de kilos de asado que se pueden adquirir con un salario promedio en comparación con el período 1993-2024.
A nivel global, se observa una tendencia hacia la estabilización en los volúmenes de exportación de carne vacuna para 2025, con una leve recuperación en los precios internacionales. No obstante, el mercado estadounidense presenta una situación particular, con precios récord en la importación de carne magra debido a la alta demanda de carne picada y la contracción de la producción local.