Este domingo 4 de septiembre, más de 15 millones de chilenos estarán llamados a las urnas para decidir si aprueban o no una nueva Constitución.
El proceso informalmente comenzó con el estallido social de octubre de 2019, cuando miles de chilenos salieron a las calles a protestar en contra de la subida de los precios del metro.
El mismo se consolidó en octubre de 2020, cuando los chilenos aprobaron en un histórico plebiscito la creación de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Carta Magna, la cual fue presentada en junio de este año.
Sin embargo, casi dos años después de ese momento, las últimas encuestas proyectan que la opción “Rechazo” alcanzará aproximadamente el 56%, sacándole una diferencia de hasta 16 puntos porcentuales al “Apruebo”.
Por otra parte, casi el 15% de los chilenos aún se muestran indecisos, aunque esto no sería suficiente para remontar la tendencia.
El borrador de 178 páginas y 388 artículos buscará crear un Sistema Nacional de Salud Universal en donde las cotizaciones obligatorias vayan 100% al sistema público y que se permita contratar seguros privados adicionales.
Además, en lo que respecta a las pensiones, la actual Constitución establece que estas dependen de los aportes del trabajador a los fondos privados de pensiones que otorgan jubilaciones por debajo del salario mínimo de US$ 400 dólares. Por ello, ahora se propone un Sistema de Seguridad Social público, financiado por trabajadores y empleadores.
La nueva Constitución también se destaca por su enfoque ambiental y se considera que es pionera en reconocer los derechos de la naturaleza, de los animales y proteger el agua como derecho humano. Además, a diferencia de la Constitución de 1980, que protege “la vida del que está por nacer”, en la nueva Carta Magna se incluirá el derecho a una “interrupción voluntaria del embarazo”.
