La primera ministra francesa Élisabeth Borne explicó que esta medida le permitiría al gobierno sumar una nueva herramienta para intentar frenar los aumentos de los precios de la energía, principalmente impulsados por la guerra entre Rusia y Ucrania.
Actualmente, el Estado francés posee el 84% de las acciones de la compañía, mientras que el 1% pertenece a los trabajadores y el otro 15% son institucionales e individuales.
Sin embargo, EDF no se encuentra en un buen momento debido a años de retrasos en la construcción de nuevas plantas nucleares, con sobrecostos presupuestarios de miles de millones de euros.
Por un lado, la mitad de los reactores de Francia han envejecido, principalmente por problemas de corrosión, lo que obliga a reducir la producción nuclear repetidamente.
Por el otro, EDF se ha visto afectada por las medidas gubernamentales que le impusieron vender energía a sus competidores con un descuento como parte de los esfuerzos para proteger a los consumidores de la inflación.
Ante este panorama, las pérdidas de producción de la empresa reducirán su beneficio este año en 18.500 millones de euros y las ventas de energía con descuento le costarán otros 10.200 millones. Así, se prevé que su deuda aumente 40% en 2022 a más de 61.000 millones de euros.
“Les confirmo hoy que el estado tiene la intención de controlar el 100% del capital de EDF”, dijo Borne en su discurso en la Cámara Baja de la Asamblea Nacional.
“Necesitamos asegurar nuestra soberanía frente a la guerra y los colosales desafíos que se avecinan”, agregó. En base a los precios actuales del mercado, el gobierno francés deberá desenvolver unos 5.000 millones de euros para adquirir la parte de la empresa que aún no posee.
