Más de dos años después del inicio de la pandemia del coronavirus, la variante ómicron y su subvariante BA.2 están golpeando nuevamente al mundo y, en especial, a Asia.
Esta semana, China concretó uno de los mayores aislamientos de personas. En total, alrededor de 30 millones de ciudadanos de 13 localidades fueron confinados, mientras se suspendieron cientos de vuelos, se recortaron los horarios de circulación y se prohibió temporalmente la apertura de fábricas.
Por su parte, en Hong Kong, con más de siete millones de habitantes, ha registrado en las últimas semanas casi un millón de infectados y 4.600 muertos, lo que arroja una de las peores tasas de mortalidad en el mundo. Ante el elevado número de decesos, los ataúdes se han agotado y los trabajadores sanitarios están guardando los cuerpos en contenedores refrigerados.
En total, las nuevas infecciones aumentaron 8% en todo el mundo la semana pasada, en comparación con la anterior. Mientras tanto, entre el 2 y el 10 de marzo, los contagios diarios en Alemania subieron 19%, en Italia 17,7% y en Austria 25,3%.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, explicó que “tras varias semanas de descensos, los casos vuelven a aumentar en todo el mundo, especialmente en partes de Asia. Estos aumentos se producen a pesar de la reducción de las pruebas en algunos países, lo que significa que los casos que estamos viendo son solo la punta del iceberg”.
“Es de esperar que haya aumentos, sobre todo en las zonas en las que se han levantado las medidas de prevención de la transmisión. Sin embargo, los niveles de mortalidad son inaceptablemente altos en muchos países”, agregó.
