Indermit Gill, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial, explicó que “a medida que el crecimiento mundial se desvanece y las tasas de interés aumentan, crece el riesgo de una serie de crisis de deuda y, sin embargo, los mecanismos disponibles para abordarlas son profundamente inadecuados”.
Actualmente, el Banco Mundial estima que las economías de bajos y medianos ingresos deben un récord de US$ 9,3 billones a los acreedores extranjeros, mientras que 40 países pobres y unos 6 de medianos ingresos están agobiados por la deuda o corren un alto riesgo de contraerla.
Por ello, Gill propuso cuatro cambios clave para mejorar esta situación: por un lado, explicó que los contratos de bonos de los gobiernos deberían estipular que todos los acreedores tienen el deber legal de cooperar “de buena fe” en las reestructuraciones de las deudas.
En segundo lugar, todos los contratos de deuda soberana deben limitar cuánto puede cobrar un acreedor a través de juicios fuera del Marco Común e incluir “Cláusulas de acción colectiva”, lo que significa que todos los bonos pueden reestructurarse siempre que la gran mayoría de los tenedores estén de acuerdo, lo que les cortaría las alas a los fondos buitres.
Además, debería ser más difícil para los acreedores embargar los activos de un gobierno agobiado por la deuda si ha actuado de buena fe.
Finalmente, se deberán incluir cláusulas de acción colectiva en los préstamos sindicados que constituyen una gran parte de la deuda de los países en desarrollo.
